VICENTE NOGUERA. POR AMOR AL ARTE.
Doña María Ana Zuasti Ortiz de Foronda
BERMEJO, José Joaquín. S. XVIII. Óleo / tabla. 80 x 64 cm. MUBAM, nº715
Don José Antonio de Lavalle Cortés, conde de Premio Real
BERMEJO, José Joaquín. S. XVIII. 80 x 60 cm. MUBAM, nº608
María José Martínez Martínez. Licenciada en Historia del Arte.
VICENTE NOGUERA. POR AMOR AL ARTE.
Plaza Alcalde Pedro Jiménez – Torre Pacheco.
El autor de esta pareja de retratos es José Joaquín Bermejo, un destacado pintor dentro del pequeño círculo de retratistas del Perú del siglo XVIII, un periodo en el que la moda del retrato se convirtió en un asunto político de primer orden; fue nombrado por el virrey José Manuel de Guirior, maestro mayor del arte de la pintura.
Las obras que nos ocupan corresponden al matrimonio formado por el conde de Premio Real, José Antonio de Lavalle Cortés y María Ana Zuasti Ortiz de Foronda. El conde fue un personaje representativo de la élite mercantil, política, militar, económica y social peruana del siglo XVIII. Algunos de sus descendientes se cuentan entre los más importantes personajes de la historia de Perú.
En el retrato el conde es mostrado a medio cuerpo, con ligera papada, de edad madura y con fondo neutro haciendo destacar la figura del representado; viste uniforme militar de grado coronel, cuya chaqueta deja entrever una gran insignia con una Cruz de Santiago; porta peluca de bucles, sombrero de tricornio bajo el brazo y bastón de mando de empuñadura dorada; en la parte superior izquierda una cartela blanca con orlas tipo rococó, propias de Bermejo.
En cuanto al retrato de María Ana, el artista la retrata con toda la elocuencia de una dama distinguida, poniendo un cuidado especial en la representación de las joyas, en el traje y la postura; su rostro resulta dulce contrastando con el ornamentado vestido azul de enormes mangas de encaje, los pendientes de grandes perlas y brillantes, las pulseras en ambas manos de seis hileras de perlas, prendedor de brillantes a juego con los anillos, un suntuoso collar en forma de cruz y haciendo aún más solemne el ajuar de joyas una tiara que corona a la dama limeña; en su mano una rosa símbolo de lo femenino, la virtud, la honestidad y el decoro.